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Reseña biográfica

Pedro Nel Gómez es uno de los más destacados artistas colombianos del siglo XX y, quizás, el más importante de los antioqueños hasta la década del 60, cuando se consolidan las vanguardias artísticas locales y nacionales.

Nació en Anorí, un pueblo minero situado al nordeste de Antioquia, el 4 de julio de 1899. Su infancia la vivió en Itaguí, municipio en las cercanías de Medellín. En sus primeros años mostró gran interés por la representación figurativa de la realidad. Sus primeras lecciones artísticas las recibió en el Instituto de Bellas Artes de Medellín, creado en 1910, con los profesores Gabriel Montoya y Humberto Chaves, con quienes desarrolló sus habilidades para el dibujo y pintura.

Con su obra y sus ideas artísticas se agitó el debate estético sobre la necesidad de un arte nacional y moderno a partir de la realización del conjunto de murales del Palacio Municipal, ejecutados durante los años finales de la década de 1930.

La importancia de Pedro Nel Gómez deriva de sus aportes al desarrollo de la cultura y del arte colombiano, que resultan del ejercicio de su polifacética vida profesional. Como educador contribuyó a la formación de generaciones de ingenieros y de arquitectos, y a la creación y consolidación de instituciones educativas; una de ellas la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, en Medellín; fue el forjador de la llamada Escuela de Acuarelistas de Antioquia, a la que aparecen vinculadas personalidades artísticas como Eladio Vélez, Débora Arango y Carlos Correa

En los campos de la ingeniería, la arquitectura y el urbanismo participó en proyectos para edificios públicos, en cuyo inventario se cuentan la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, el Cementerio Universal, y los diseños para los barrios Laureles y San Javier, que significaron notables aportes al desarrollo urbanístico de Medellín en su costado occidental

Varios factores convergieron en su formación personal. En primer lugar, la curiosidad intelectual y el interés por las artes, su formación como ingeniero constructor y arquitecto en las dos primeras décadas del siglo veinte, y el contacto con los intelectuales colombianos en Bogotá, empeñados en los procesos de definición de un arte nacional con características universales; en segundo término, sus viajes a Europa a partir de 1925, que le abrieron el horizonte de una cultura milenaria en constantes procesos de modernización; también la admiración por el pasado grecolatino y su cultivo por medio de la lectura de los clásicos, y el interés permanente por estar al tanto y acompañar el acontecer nacional y mundial, de manera específica, los asuntos de la política externa, las artes y las ciencias. Para ello, y ante la imposibilidad de un contacto directo con las fuentes de interés para su conocimiento, el artista usó como medios, revistas que se publicaban en Antioquia y en Colombia, y las que llegaban al país desde Francia, Alemania, Estados Unidos, Unión Soviética y Cuba. Por último, su preparación y actualización permanente en el estudio de las ciencias, que sirvieron de sustento a su ejercicio profesional y docente; las lecturas de filosofía política, cultura, sicología, mitología, y su aguda observación y comprensión de la realidad nacional y mundial.

Estas fortalezas y desarrollos permitieron a Pedro Nel Gómez forjarse un carácter multidisciplinar de hombre estudioso y culto, de raigambre humanista. Todo ello, en el marco de una vida normal, activa y disciplinada, apenas alterada por los efectos del carácter público de su magisterio artístico y por su enconada creencia, como los muralistas mexicanos, en particular Siqueiros, en que la única posibilidad para el arte nacional era el arte realista y figurativo, comprometido con la causa social y nacional que él practicaba. Esta tozudez, propia de su recio temperamento y de sus convicciones estéticas, le costó confrontaciones con la crítica radical, con sus colegas artistas, y aún más, con el medio social y político. La reciedumbre de su carácter, que delataba la soberbia de su empecinada pasión y lealtad a los principios que había definido como los más sólidos y verdaderos para sí mismo, para el arte nacional y para el rumbo de la nación, terminó por convertirlo en una figura solitaria, “incomprendida” y de difícil acceso. Los nuevos tiempos, los nuevos artistas, los nuevos fenómenos del arte vinculados a las vanguardias internacionales y a la abstracción, apoyados por una crítica de arte más contemporánea, como la ejercida por Marta Traba, terminaron por marginarlo, muy a su pesar.

Su contribución al arte colombiano está representada en su amplia, variada y versátil producción de obras, logradas con claro dominio de los diversos oficios y lenguajes artísticos, como el dibujo, el grabado, la acuarela, el óleo, la pintura mural al fresco, la escultura y la arquitectura. A lo largo de su vida, el artista introduce procesos técnicos y tratamientos formales que antes no se habían dado en Colombia. A Pedro Nel, junto con Eladio Vélez, se atribuye, por ejemplo, el mérito de hacer de la acuarela en Antioquia y en Colombia un medio idóneo para la expresión artística, y no un simple auxiliar de la arquitectura o de la pintura. Queda también claramente establecido, que es Pedro Nel Gómez quien introduce en la historia republicana y moderna del país la pintura mural al fresco, de colorido brillante, con temática realista, monumental y mítica, y con un planteamiento diferente a la pintura mural barroca, que se practicaba en La Colonia.

Sea cual fuere el medio elegido, sus obras acabadas o inconclusas, de buena o mala factura, respiran un hálito vital de preocupación permanente por los problemas del arte, y de lealtad con la forma elegida para la expresión artística. La calidad estética y plástica de sus creaciones, junto con la variedad temática de las mismas, revelan una sensibilidad a tono, una actitud de vigilia permanente sobre los asuntos artísticos universales y locales, y un profundo conocimiento acendrado en la historia del arte.

Con la realización de una obra pionera, que propugnó por la modernización de las artes, por la renovación de su enseñanza y el ejercicio de la moderna crítica, Pedro Nel Gómez suscitó grandes debates artísticos y culturales. Escenarios para sus planteamientos fueron las aulas de clase, por medio de sus actividades docentes en la Universidad Nacional; sus conferencias sobre historia del arte en distintos ámbitos y ciudades del país; las polémicas entrevistas y los debates con otros artistas, comentadores y críticos de arte, a través de la prensa y la radio; los escritos en revistas y publicaciones especializadas del país; sus declaraciones públicas y privadas sobre acontecimientos locales y nacionales, muchas de ellas inéditas y conservadas en grabaciones magnetofónicas en la Casa Museo Pedro Nel Gómez, y en distintos archivos y fondos particulares y públicos.

Por fuera de la utilidad que pueda lograrse de un estudio sobre Pedro Nel Gómez, justo es admitir, como lo hacía Jorge Valencia Jaramillo que “[…] Colombia no ha reconocido todavía, tal como debiera, esta gloria del arte nacional. Críticos y artistas extranjeros lo valoran infinitamente más que nosotros; lo han alabado, justamente, considerándolo precursor y polifacético no solo en el panorama patrio sino en toda América Latina”.

El maestro de pintura

Muchas y frecuentes fueron las jornadas en las que Pedro Nel Gómez se reunió en su Casa con un grupo de mujeres antioqueñas, interesadas en aprender el oficio de la pintura, y con quienes el maestro aprovechó para dotar a la técnica de la acuarela de un carácter pictórico propio, y sacarla de su anodino uso de simple auxiliar de la ingeniería y la arquitectura. Ana Fonnegra, Jesusita Vallejo, Luz Hernández, María Uribe, Graciela Sierra, Emilia González, Laura Restrepo y Débora Arango son reconocidas como su grupo de alumnas. De manera ocasional, el pintor Carlos Correa asistía a estas reuniones, por lo que algunos lo consideran también alumno del artista, aunque con él mantuviera, además, conversaciones de contenido intelectual, de cuyos encuentros se publicara años después el libro Conversaciones con Pedro Nel Gómez, de autoría de Carlos Correa.

EL ORIGEN DE PEDRO NEL GÓMEZ

“…Así vine a esta vida, con una voluntad férrea ligada a una paciente confianza nada confusa, menos soñadora,… herencia de padres y abuelos y más lejanas personas habitantes de estos monumentales Andes, de estas selvas tropicales, increíbles y salvajes, al ineludible mestizaje, tal vez mi razón de ser artística.”

Histórico de las exposiciones temporales

Como una lógica, es en primera instancia la geografía la que define la proveniencia de alguien. Pero lo es, además de la geografía, una suma de relaciones y circunstancias.

Anorí, un pequeño pueblo ubicado en el Nordeste del Departamento de Antioquia, fue el lugar donde naciera Pedro Nel Gómez el 4 de julio de 1899, en un entorno familiar caracterizado por sus ideas liberales. Pedro Nel Gómez fue el sexto hijo de un hogar habituado al entorno minero, a los ríos y selvas y a los de mitos y misterios de una región próvida en infinidad de asuntos por descifrar.

“Puedo considerarme hijo de las selvas de la América tropical, del mar Caribe, en el centro de la Colombia andina, de los grandes ríos Porce, Bagre, Nechí y Cauca. De un mundo arcaico, ya indígena.”…

“…El caserío, un pequeño pueblito, se llama Anorí (dicen que, en otras épocas, dominado por el cacique Norí), situado al borde de dos brazos de la Cordillera Central de los Andes; de un lado las selvas del  Porce, famosas por los ya legendarios tigres de Amalfi, y del otro, el río Nechí, ambas, zonas auríferas de los aluviones hoy en manos de las dragas extranjeras.” 

Pedro Nel Gómez, autobiografía. 1959

Los padres

La madre: nació en Amalfi, Antioquia, en 1866 y murió en  Medellín en 1940. Hija de Lino Agudelo y Juana María García. Tal vez, su gusto por la pintura, labor a la que se dedicaba de manera ocasional, influyó en el artista para sus primeros intentos creativos.

“En cuanto a mi madre, María Luisa, de apellido Agudelo, que creo, y parece cierto, se refiere al espíritu agudo (acutezza), viene probablemente de una de esas numerosas familias indígenas de los Andes Centrales.”

Pedro Nel Gómez, autobiografía. 1959

El padre: nació en Anorí, Antioquia, el 4 de marzo de 1869 y murió el 7 de julio de 1932 en Medellín. Además de empresario de las minas, fue un liberal militante, y en representación de su partido, ocupó cargos públicos como los de magistrado del Tribunal Superior de Medellín, miembro del Consejo de Estado, y presidente de la Cámara de Representantes.

“Fue mi padre una personalidad extraña. Inicia su vida trabajando con la batea en los aluviones del río Porce y del  Nechí. Fue él un barequero de los profundos ríos, realmente salvajes en esa época, donde por sus capacidades de organizador, logró dirigir, organizar, numerosas colectividades hasta de quinientos de mineros de aluvión, trabajando con sus bateas, almocafres y el coco.  Con los almocafres en el fondo del río a tres, cuatro y más metros de profundidad, raspaban en los depósitos de piedras y arenas para llenar las bateas, muy rápidamente, en minutos, los materiales ricos en oro.”

Pedro Nel Gómez, autobiografía. 1959

Los hermanos: Rafael Emilio, Marco Tulio, Jesús Eduardo, Romelia, Jorge Enrique, María Luisa, Juvenal y Sofía. De Marco Tulio, de profesión ingeniero, de cierta forma Pedro Nel Gómez tuvo influencia; las acuarelas y los papeles que su hermano usara en la elaboración de sus diseños, fueron siempre de gran atracción para el artista.

Contexto político relevante

1899 y 1902, Guerra de los mil días: una de las más arduas confrontaciones colombianas, caracterizada por un irregular enfrentamiento entre el ejército gubernamental bien organizado, primero  nacionalista y después conservador, y un grupo de liberales mal entrenado y anárquico. El conflicto dio como resultado la victoria del Partido Conservador, la devastación económica de la nación, más de cien mil muertos, la desaparición del Partido Nacional y la coyuntura que propició la posterior separación de Panamá del territorio colombiano. La Guerra de los Mil Días se extendió a otros países vecinos, desde donde uno y otro bando era apoyado.

“Desde niño me inquietaron las contiendas civiles, las numerosas guerras civiles de nuestra historia, comentadas por mi padre quien las sufriera en la terrible Guerra de los Mil Días, que rematan en aquella extraña lucha de otra forma que tomó el nombre de la violencia, una guerra civil camuflada que podría, que estuvo a punto de llevar a la República a la pérdida de los canales interoceánicos en el río Atrato, tal como perdimos una provincia, Panamá, en la guerra de aquello terribles mil días de 1900 a 1903.”

La casa habitada y los años europeos

Como hombre público, a Pedro Nel Gómez se le reconocen sus aportes al desarrollo artístico del país, y es en este campo en el que su oficio como muralista le ha dado un lugar preponderante; de igual manera, la elevación que hiciera de la acuarela como técnica pictórica autónoma. Alto reconocimiento tuvo también el autor por su insistencia en sugerir para Medellín un desarrollo urbanístico basado en las necesidades humanas, en la preservación del paisaje natural y en la aplicación de unas estéticas que fueran deleite en el diario vivir de sus habitantes. Se le reconoce además al artista, su capacidad para integrarse a la vida política e intelectual del país, resultado de su constante indagación sobre los episodios históricos y sucesos políticos, económicos y sociales que lo llevaron a constituirse su propio universo desde el cual crear y llamar permanentemente a la reflexión y a la creación de una conciencia crítica.

Pero ese universo intelectual de Pedro Nel Gómez tuvo sus cimientos en un entorno familiar primario, el de su infancia, que le nutrió la mente de contenidos autóctonos que por su vida el autor no dejó pasar en vano. Y fue luego su encuentro con el mundo europeo, y en él, contenida, Giuliana Scalaberni, su esposa compañera y cómplice de sus ideas intelectuales y revolucionarias.

Los cinco años de Pedro Nel Gómez en Europa, concretamente en Italia, le sirven de sustrato y punto de medición de su propia cultura con aquella historia de sociedades lejanas en el tiempo y en el espacio, pero de las que en América Latina se tenían referencia, como cuna del pensamiento social y político moderno, que tanto sirvió de base al posterior desarrollo de la política y sociedad latinoamericana. Su estadía en tierras europeas, marcaron el punto de partida del recorrido que el artista emprendiera por la historia, el arte y la cultura de su país.

De Italia regresa a Medellín Pedro Nel Gómez en 1930, ya no en solitario, como cuando su partida, sino acompañado por su esposa Giuliana Scalaberni, y sus hijos Germana y Juliano. Seis años después, ya la Casa construida, y al momento de instalarse en ella, un hijo más, Ítalo, integra el grupo familiar. Años después, nacerían en esta Casa, Leonardo, Clío, Máximo, Etión y Vladimir.

Conformada la familia y alentado el espíritu de creación que la habitó siempre, la Casa toma la vitalidad de escenario para dos de las más grandes pasiones del artista: el arte y su familia. Así, la vida hogareña y artística que le otorgan a la Casa su recio carácter.

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